jueves, 14 de junio de 2007

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Desde aquí te veo, brillante
como aquellas estrellas,
que nos prometimos rozar
con la punta de los dedos.
Y tus alas besan el viento.
Las lágrimas acarician
la piel que yo no puedo
y el Sol ciega a diario
esos ojos que no veo.
Mis manos buscan las tuyas,
tan solo encuentran recuerdos
perdidos en el pensamiento,
mis oídos solo escuchan
el eco lejano de tu voz tibia.

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